martes, 5 de mayo de 2020

MI DESCONFINAMIENTO

El control del coronavirus decretado por la alerta y llevado a cabo por el trabajo ímprobo de muchos sanitarios y de muchos trabajadores de sectores esenciales que, literalmente se dejan la vida por cuidarnos, ha hecho que los indicadores de la pandemia nos hayan colocado en la fase 0, en la que, desde el día 2 de mayo podemos salir a pasear los mayores en dos franjas horarias de mañana y tarde.

Yo prefiero el sol mañanero, así es que elegí la de las 10 horas. El parque de Martin Luther King, tan cerca de casa, está cerrado y por no cruzar la Avenida Ciudad de Barcelona que para mi primer día de desconfinamiento representaba una barrera difícil de franquear, decidí dar un paseo por las manzanas aledañas a mi casa de calles tranquilas, sin muchas cuestas, con poca actividad y en las que suponía que no andaría mucha gente.

Lo primero que me encontré fueron unas aceras sucias y abandonadas: muchos dueños de perros no recogen sus cacas que hay que ir sorteando; entre los coches aparcados hay bolsas abandonadas fuera de las papeleras; cartones fuera de los contenedores; mascarillas y guantes por el suelo... ¡Una verdadera porquería que refleja la incivilización y la falta de solidaridad de muchos vecinos!

Después, resulta que las calles estaban llenas, no solo de viejos como yo a los que nos corresponde esa franja horaria, sino de gente de edad mediana que parecía que iban a hacer la compra, o que estaban paseando a su perro que, aunque yo les mirara mal, supongo que no todos son incívicos y que pagan justos por pecadores.

Todos nos cruzábamos por las aceras estrechas en las que es imposible mantener la distancia de seguridad, por lo que como me parece una de las obligaciones imprescindibles, me tocó durante mucho tiempo pasear por la calzada mientras no venían coches.

No aguanté mucho rato. Cada vez me iba poniendo de peor humor y me subí enseguida a casa. ¡A mi confinamiento! ¡A mi seguridad y a mi limpieza!

Al día siguiente, decidí buscar otro lugar para mis paseos y cruzar la temida barrera de la avenida, cosa que hacía antes de la pandemia sin ningún temor, por ser camino habitual para ir a mi peluquería, al Centro Social de Seco y al Centro Cultural de Luis Peidró.

Y me encontré enfilando hacia el Centro Cultural. Es una zona de bloques terminada de construir hace poco. Mucho se podría decir sobre la especulación que significó, pero podrá ser en otro momento. No había mucha gente paseando y era fácil de mantener la distancia de seguridad. La calle y la calzada estaban limpias.

Son calles anchas, con arbolado, pequeñas zonas verdes valladas no accesibles, que supongo que deberán convertirse en zonas públicas, en las que  crece salvaje la vegetación y algún parterre en la acera plantado con rosas silvestres. Hay un par de bancos, en uno de los cuales me senté a tomar el sol, por aquello de absorber la vitamina D tan necesaria.

Así es que se ha convertido en la zona de mi paseo mañanero. Hoy me he ido con la cámara al cuello aprovechando el buen tiempo e intentando desempolvar mi afición a la fotografía. ¡Ha sido un disfrute! Una pequeña frivolidad en estos tiempos tan terribles. Os mando una pequeña selección de flores con el deseo de que os alegre la vista.

Yo misma, con el sol a la espalda






Mercedes, mayo 2020








2 comentarios:

  1. Gracias Mercedes:
    Nos has llevado a pasear y a comprobar que aunque sean zonas diferentes del barrio,compartimos la misma mirada y las mismas impresiones.
    Los problemas ya estaban en las calles y plazas y en el tejido urbano,pero ahora vemos claramente los sitios que son amables y "vivibles" y los que no.
    Gracias también por esas maravillosas fotos en las que vemos como la primavera explota en cualquier esquina
    Isabel

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  2. Gracias por regalarnos tu mirada desde lo sucio e incívico, hacia lo más limpio del barrio, que por ahora resulta ser lo más cercano a la natural naturaleza. También creo que es una solicitud para que los parques se abran y nos permitan circular de manera responsable por los ellos, para ver que sobretodo y con todo, la naturaleza y los espacios amables del barrio siguen siendo también esenciales.
    María.

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