viernes, 16 de febrero de 2018

Mujer y Salud Mental


Desde este espacio de Enredadas queremos dar las gracias a las profesionales de la Red Pública de Atención Social a personas con trastorno mental grave de la Comunidad de Madrid, en el distrito de Retiro, por la magnífica charla del pasado 30 de enero en el Espacio de Igualdad.

Fueron muchas las asistentes a dicha charla, pero para las personas que no pudieron acudir y, dada la importancia del tema, nos parece importante publicar la siguiente información:



1.- ¿Cómo definiríais la salud mental?
Para definir el concepto de la salud mental nos basamos en la definición de la OMS, según la cual, es el estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Por lo tanto, se entiende que tener una buena salud mental no es solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.



2.- ¿Qué hay de cierto en la idea tan extendida de que las mujeres tienen más problemas mentales que los hombres?
Pues efectivamente es cierto, las mujeres tenemos una peor salud mental según la última Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, del Ministerio de Sanidad. Según la misma, 1 de cada 4 mujeres tiene riesgo de padecer un problema de salud mental a lo largo de su vida; esto supone un 25%, frente al 14% en el caso de los hombres.

Esto es así, no por factores personales o genéticos, sino porque hombres y mujeres estamos sujetos a diferentes factores ambientales (lo que llamamos factores estresantes). En el caso de las mujeres, nuestro contexto provoca más estrés y daño que seguridad y confort; un contexto del que hablamos más adelante.



3- ¿En el momento actual que causas externas creéis que influyen en la salud mental de las mujeres?
En primer lugar, decir que tristemente, las causas externas que vamos a exponer a continuación no han cambiado ni evolucionado demasiado en el tiempo.

Una de las principales causas externas es que las mujeres estamos sometidas a más violencia, tanto en el ámbito privado (abuso infantil y por parte de la pareja o expareja), como en el ámbito público (violencia sexual en sus diversas manifestaciones, trata y prostitución forzada, matrimonios forzados, mutilación genital femenina, acoso laboral, crímenes de guerra y de honor, etc.)

Por otro lado, la socialización de género y diferencial a la que estamos sometidas los niños y niñas. Según esta socialización, a las niñas (y futuras mujeres) nos educan para tener escasos recursos psicológicos propios, estar siempre orientadas hacia el otro y que su opinión sobre nuestra forma de ser y nuestro cuerpo sea central en la formación de nuestro amor propio. De esta forma construimos una autoestima muy frágil y una personalidad básicamente dependiente. Nos educan para ser más sumisas que agresivas o asertivas (y cuando lo hacemos somos penalizadas), centradas en el otro y en obtener su aprobación, no en seguir nuestros propios deseos. Los mandatos de género (cómo ser “buenas mujeres”) son sin duda una potente fuente de estrés que amenaza constantemente nuestra salud mental: ser madre (buena madre), encontrar el amor (la media naranja), estar siempre perfecta pese a que cumplamos años como el resto de los mortales…, la doble jornada (trabajar fuera y dentro de casa), la minusvaloración de nuestro trabajo, la brecha salarial, el techo de cristal, etc.



4- ¿Que riesgos tienen las mujeres con trastorno mental grave?

En primer lugar, una primera y breve explicación de lo que es el trastorno mental grave. Entendemos por tal a aquellos diagnósticos psiquiátricos que suponen la presencia de un patrón de relaciones gravemente alterado, un comportamiento inadecuado al contexto, una afectividad inapropiada grave y/o una percepción distorsionada de la realidad. Asimismo, presenta una duración que tiende a la cronicidad y que provoca una discapacidad de moderada a grave en el funcionamiento psicosocial de la persona. Los trastornos que cumplen estos criterios son los trastornos psicóticos (como la esquizofrenia), los del estado de ánimo (como el trastorno bipolar) y algunos trastornos de personalidad.

Los datos de nuestras investigaciones nos dicen que las mujeres con trastorno mental grave tienen entre 2 y 4 veces más riesgo de sufrir violencia de género por parte de la pareja o ex pareja, respecto a las mujeres en general. También nos dan un dato demoledor: 3 de cada 4 mujeres con trastorno mental grave han sufrido violencia en el ámbito familiar y/o de la pareja alguna vez en su vida.

Los principales motivos por los que tienen más riesgo son: presentar graves carencias de autonomía personal y dependencia de otras personas; la falta de empleo y de independencia económica, percibiendo en su mayoría pensiones muy escasas; su escasa participación social, aislamiento social y soledad provocada principalmente por el propio estigma de sufrir un trastorno mental grave; superior tendencia a justificar las relaciones abusivas hacia ellas debido al sentimiento de poca valía y sentirse “en deuda” con su cuidador-pareja y muy especialmente por la falta de credibilidad en su discurso precisamente por sufrir un trastorno mental grave, tendiendo a considerar todo lo que dicen “como producto de la enfermedad”. Asimismo, pese a ser un colectivo vulnerable reconocido como tal en la Ley Integral de 2004, como lo son las mujeres con discapacidad, en la práctica quedan excluidas en el acceso a los recursos específicos de la Red de Violencia por el estigma existente ante los trastornos psiquiátricos.

5- ¿Los profesionales de la salud están suficientemente formados en aspectos específicos de la mujer y aplican la perspectiva de género?
La respuesta es rotundamente no. Tristemente todavía nos queda mucho recorrido por hacer ahí, no hay que olvidar que la psiquiatría tiene un pasado bastante misógino, y que también ha sido y es un instrumento de control y poder del sistema patriarcal.

A través de nuestra experiencia diaria constatamos que no existe apenas perspectiva de género en los tratamientos de salud mental, los profesionales reciben escasa formación, y cuando la tienen, esta está muy centrada en la violencia de género en el ámbito de la pareja y expareja (cómo detectarla y atenderla), pero apenas reciben formación de lo que es la perspectiva de género, es decir, de que el rol femenino impuesto por el patriarcado no promueve la salud mental de las mujeres, sino más bien todo lo contrario. Lo preocupante es que ni siquiera parece que se aplique esta perspectiva en trastornos mentales donde la dimensión de género está más que probada, como sucede en el caso de los trastornos de alimentación, o con la alta prevalencia de abuso sexual en la infancia en el trastorno límite de personalidad.

6- ¿Las instituciones y los medios de comunicación abordan estos problemas de forma integral?
En general existe una importante invisibilización de las mujeres con discapacidad como colectivo más vulnerable en lo relativo a la violencia de género, pero cuando se ha realizado alguna campaña desde las instituciones públicas o dedicadas a las personas con discapacidad, la mujer con discapacidad mental no ha sido ni nombrada ni representada, haciendo hincapié casi de forma exclusiva en las niñas y mujeres con discapacidad sensorial, física o intelectual. De esta forma es imposible que la sociedad conozca esta realidad, y que las mujeres con trastorno mental grave se sientan identificadas y reconozcan que los que les pasa tiene nombre, primer paso para salir de esa situación.

7- ¿Qué pasa cuando la mujer con trastorno mental grave se plantea su sexualidad, maternidad, vida laboral, cuidados…?

En general recibe más prejuicios y rechazo que apoyo social y ayuda profesional y/o familiar.

En el caso de la sexualidad y derechos reproductivos estos no están “ni en la agenda” de aspectos para tener en cuenta en la vida de estas mujeres, no dando importancia a alterar sus ciclos menstruales o que se les retire la regla siendo jóvenes y en edad fértil debido a los efectos secundarios de la medicación psiquiátrica. Asimismo, o no se les da la más mínima educación sexual, o cuando se hace, es desde un prisma exclusivo de peligrosidad, prohibición y algo a evitar, negándoles el deseo y el placer. Al igual que a otras mujeres con discapacidad, ha sido frecuente la realización de esterilizaciones no informadas, así como el uso de métodos anticonceptivos sin el consentimiento de la mujer.

Con respecto al deseo de ser madres o ejercer su maternaje una vez que han tenido hijos, la situación es igualmente discriminatoria y de rechazo generalizado. No se suele analizar caso por caso, sino que socialmente se aplica la norma de que “son malas madres” o “no son capaces”. Nuestra posición es que al igual que se ofrecen apoyos y entrenamientos en otras dificultades psicosociales que presentan, en esta igualmente se debe hacer (igual que se hacen escuelas de padres para personas sin enfermedad mental). No olvidamos en ningún momento el bien superior del menor, pero también los derechos de las mujeres que son madres. No se puede obviar que la separación forzada entre un progenitor y sus hijos puede también suponer un acontecimiento traumático en sí mismo e influir muy negativamente en el curso de la enfermedad.

8- ¿Cuáles son las necesidades que según vuestra experiencia se precisan?

Desde las instituciones: Conocer la realidad concreta y específica de las mujeres con trastorno mental grave, ya que muchas de las violencias que sufren parten precisamente desde las instituciones. Muestra de ello son las discriminaciones de las que ya hemos hablado anteriormente, como su exclusión en el acceso a los recursos de la Red de Violencia de Género, su invisibilización en las campañas y/o los abusos sexuales que se producen en instituciones hospitalarias por parte de los profesionales.

Desde los profesionales: formación amplia y en profundidad sobre la perspectiva de género en general, y sobre el abordaje de la violencia de género en particular.

A la hora de diagnosticar y prescribir tratamientos es esencial la formación en perspectiva de género, ya que, si no podemos caer en el grave error de patologizar y medicalizar problemas de violencia contra las mujeres en vez de ayudar a contextualizar. En este sentido, resulta alarmante que cuando las mujeres consultan por un problema de salud mental se las prescriba psicofármacos en el 85% de los casos como tratamiento de elección, frente al 15% en el caso de los hombres.

Desde la sociedad: El estigma social que sufren las personas con enfermedad mental es sin duda uno de los mayores lastres con los que tienen que cargar, y que incide muy negativamente en sus posibilidades de recuperación, participación en la comunidad y ejercicio de la ciudadanía. La potencia del estigma social es tal, que llega a crear el autoestigma (la persona interioriza y valida todos esos prejuicios y estereotipos negativos y los hacen suyos, percibiéndose realmente como alguien peligroso, incurable, desviado y merecedor de rechazo, apartándose finalmente de la sociedad)

Desde los familiares y su entorno más próximo: por parte del entorno más cercano es necesario que se haga una revisión de la influencia de los estereotipos de género que todos y todas tenemos y que estamos sin duda también proyectando en las mujeres con trastorno mental grave. Estos tienen que ver con incentivar poco los proyectos vitales productivos, la independencia económica, promover su reinserción laboral, no reforzar o minusvalorar sus buenos desempeños en el cuidado y labores de hogar por que eso es su deber…
Por último, como aspecto común a tener en cuenta por todos estos agentes, es imprescindible que cale el mensaje de que ser mujer y tener un trastorno mental aumenta de 2 a 4 veces el riesgo de sufrir violencia de género por parte de tu pareja. El 26% de las mujeres diagnosticada de trastorno mental grave han sufrido abuso sexual en la infancia.

Debe abordarse sistemáticamente el tema de la violencia con las mujeres con trastorno mental grave.

9- ¿Pensáis que algún tema no se ha abordado y se debería tratar en otras charlas?

Sin duda siempre podemos profundizar mucho más en los conceptos que se han introducido, tanto en cómo afecta a la salud mental de todas las mujeres vivir en un sistema patriarcal, dotarnos de estrategias para identificar esas violencias cotidianas, aprender a no individualizar ese malestar o culpabilizarnos por ello, hacer salud comunitaria…, como en esas violencias que afectan sólo a las mujeres con trastorno mental grave.

Se puede profundizar en la gravedad de que, si no empezamos a adoptar esa mirada crítica y con perspectiva de género en la psicología, psiquiatría, trabajo social, etc., y en definitiva en los agentes encargados de desarrollar los cuidados y los tratamientos terapéuticos, podemos estar perpetuando los estereotipos y mandatos de género creados para las mujeres, que solo nos aportan dependencia y no estar presentes en el espacio público en igual de condiciones que los hombres.

María Amores

Psicóloga EASC Retiro

Una mención muy especial a Margarita por su valentía, su confianza en las personas y el esfuerzo de tantos años con los resultados actuales.

Gracias por vuestro trabajo, dedicación, y por ayudarnos a todas a hacer que esta sociedad sea más amable, justa y acogedora.



A los diferentes recursos de la Red Pública de Atención Social a Personas con Trastorno Mental Grave se accede desde los Centros de Salud Mental (CSM) de cada distrito. El CSM Retiro está ubicado en la C/ Lope de Rueda, 43 y es el médico del Centro de Atención Primaria quien debe derivar a la persona al especialista.

Para cualquier información o duda sobre los recursos de la Red puedes consultar en el siguiente enlace:

http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=CM_InfPractica_FA&cid=1142614831629&pagename=ComunidadMadrid/Estructura&pv=1142587150500
También puedes contactar con Mar Hernández, coordinadora del CRPS, CD y EASC Retiro de la entidad Hermanas Hospitalarias, ubicados en la C/ Samaria, 3, en el teléfono 917370623 o por correo electrónico

mhernandez.sanmiguel@hospitalarias.es


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