lunes, 7 de agosto de 2017

Nueva Opinión sobre la Campaña de No Acepto



Yo también me he indignado con esta propaganda, también a mí me repugnan y escandalizan las imágenes degradantes y la mercantilización del cuerpo de la mujer; y es verdad que ni policía ni autoridades municipales están haciendo absolutamente nada.
Me parece estupendo que asociaciones y grupos de mujeres (ojalá también haya hombres entre ellas), se organicen y presionen a nuestros representantes y estén logrando cosas muy positivas:
El compromiso del concejal de seguridad para poner en marcha medidas concretas. Las órdenes a fiscalía y policía para perseguir estos delitos (ya era hora). O la puesta en marcha de un equipo de agentes tutores que irán por los colegios para explicar y denunciar este problema.

Sin embargo, después de pensarlo mucho, he decidido no participar activamente en esta campaña.
Aunque estoy de acuerdo con ella en líneas generales y me parece muy buena idea que cada una y cada uno ponga en su coche la frase de NO ACEPTO PROPAGANDA DE PROSTITUCIÓN, hay aspectos de esta campaña que no comparto:

En primer lugar, alguno de los ESLOGANES:

No me gusta que se utilice a lxs niñxs como argumento y menos a lxs más pequeñxs, que van siempre acompañadxs de adultxs que se supone no les dejarán coger estos "cromos".

Me parece peligroso lo de " barrio limpio". Se puede entender de muchas maneras, tener otras connotaciones y crear bastante confusión.

Es arriesgado afirmar que son mafias y que es trata, sin que se haya investigado y sin tener ninguna prueba.
Llama la atención que está propaganda surja en un barrio con un alto nivel de emigración, paro y precariedad y no en las zonas tradicionales de prostitución de lujo.

En segundo lugar, los MÉTODOS:

Confieso que yo también he increpado al repartidor y lo he hecho desde mi posición cómoda y privilegiada de ciudadana legal y que cobra una pensión todos los meses.

El hacer "batidas" por el barrio y llevar sacas a puntos de recogida, me causa bastante malestar y creo que pueden producir el efecto contrario, añadiendo más morbo a una situación ya de por sí bastante penosa. Lo mismo pasa con el tono y las frases de algunas declaraciones en medios públicos que, no olvidemos, se emiten en horario infantil.

Creo que esta propaganda en nuestros barrios es la manifestación triste, cutre y por supuesto rechazable de un problema mucho más amplio y complicado: la prostitución. Y que esta lucha vecinal no es ajena al debate y a las distintas posiciones que sobre este tema hay en el feminismo y en la sociedad en general, lo que desde mi punto de vista convierte esta campaña en algo mucho más complicado y complejo de lo que pudiera parecer a primera vista.

Isabel

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