Acordarme de los seres cercanos, familia y amigas, afectados por la enfermedad, me acerca con preocupación y empatía a todos los que en estos momentos sufren los efectos de esta pandemia.
Me acuerdo de los ancianos ingresados en residencias que se encuentran aislados y sin el consuelo de una cercanía familiar.
Me acuerdo de los padres y madres recluidos en una habitación de su vivienda y con niños pequeños que no entienden que su papi o su mami estando en casa no puedan salir a jugar con ellos.
Me acuerdo de aquellos enfermos afectados con patologías graves anteriores y que después de un duro tratamiento tenían programadas las operaciones precisas para su curación y que han sido suspendidas por las condiciones hospitalarias actuales.
Me acuerdo de aquellos trabajadores que han perdido su medio de vida y quedan sin ayudas (algunos autónomos, empleadas de hogar, etc...).
Me acuerdo de aquellas familias numerosas con hijos de distintas edades que abarcan todos los niveles de enseñanza y con una preocupación suplementaria para que no pierdan sus posibilidades de formación y aprendizaje.
Y me acuerdo de todos los trabajadores de la sanidad, los cuidados, la limpieza, los de alimentación, los repartidores y distribuidores, etc, etc... que están luchando por mantener a flote la vida cotidiana, tocada por el virus.
Y me solidarizo con todos, y aplaudo a todos, eso sí, desde mi casa y atendiendo a las instrucciones decretadas en el ESTADO DE ALARMA.
Mercedes
26 marzo
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